Descansando a tus pies
El mundo está como convulso...en lugar de tomarte una pastillita, cierra los ojos y respira, dejate caer flotando como una hoja hasta los pies del árbol y disfruta de su sombra. Ya con las pilas cargadas, vuelve al mundo y ten compasión por los que ya no se detienen a respirar y a contemplar la belleza. No hay espacio en este mundo para los holgazanes, pero tampoco para los muertos...y los que ya no pueden apreciar la belleza, no estan vivos.
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Hace dos días murió mi abuelo, una persona muy noble que dio todo su servicio de médico y sus posesiones con el fin de mejorar a su comunidad, Tamboril... pero sobre todo, Abilo como yo le decía, traspasó toda esa nobleza y amor a su rol de abuelo.
Si bien la historia de mi abuelo y mi abuela, de recordarse con un árbol sería ese majestuoso samán que ya conoces por las fotos de Apeco y Domingo Batista (que espero tengas un día tú tambien la oportunidad de fotografiar), esta foto de hoy me parece como si la hubieses tomado en nuestro árbol de mango, el que se encuentra en la parte trasera de nuestra casa, donde nos sentamos la mayoría de las tardes a almorzar, toda la familia... donde una vez, en la época más prolífera de los patios de mi abuela, salió ella junto a todas sus hermanas, a recoger mangos con sillas en la cabeza como sombreros porque la brisa los tumbaba por montones y era necesario protegerse. Ese árbol donde muy cerca buscaba babosas con mi abuelo después de la lluvia, o donde las tardes de los últimos días de verano él y yo salíamos a barrer las hojas de mango, almendra y flamboyán que caían durante el día, justo antes de hacerme la sopa de sobre que religiosamente yo le pedía para cenar, aún pequeña.
Con tu permiso, esta fotografía de hoy es mía, y muchas gracias !
Creo que es cuestión de apreciar y darle valor a las pequeñas cosas, de vivir el hoy, el ahora.
Dios nos ha dado tanto y tenemos tanto que agradecer!
besos