"Un autorretrato hecho con manos y pies".


El pasado miércoloes 15 de Septiembre inauguró Herminio Alberti su segunda exposición fotográfica individual llamada "Manos y Pies", en el marco de la Bienal Fotográfica Photoimagen. Fue un honor para mí participar en la curaduría de esta exposición junto a Kutty Reyes y Félix Sepúlveda. Quisiera compartir un escrito que hice para esta exposición esperando que ustedes al visitarla en la Galería Mesa Fine Art, la aprecien mejor.

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"Un autorretrato hecho con manos y pies".

Aparte del rostro, la parte del cuerpo que cuenta más historias es la mano. Esas extensiones articuladas encierran misterios y vidas completas. El origen mismo de la existencia se puede plantear en función de las manos, en el génesis de un amor producto de una caricia, o en la diligencia de la partera o el doctor que nos reciben al nacer. La importancia de las manos para la humanidad es invaluable, pues desde antes de que existiera la palabra dicha o escrita, ya podiamos comunicarnos con señas, pero más aún, las manos le han permitido al hombre desarrollar y plasmar sus pensamientos. Los pies por otro lado, son el símbolo mismo de la movilidad y la traslación, de muchas formas de expresión artística como la danza y hasta el legado ha sido metafóricamente definido con el término "dejar huella".

La importancia de esta muestra que nos presenta Herminio Alberti, es el poder de síntesis que la acompaña, y en 20 fotografías en Blanco y Negro ha podido transmitirnos su expresión y su creatividad. Se puede decir que esta obra es casi un autorretrato del autor, es la expresión de su ser. Siendo una persona profundamente religiosa ha representado a las manos que rezan y en la mano frutal y vegetal nos regala su profunda devoción por los bodegones, pero también por el campo y ni hablar de su creatividad que ha sabido incorporar objetos inanimados en una muestra viva y dramática, haciendo honor una vez más a Weston. Es tal la admiración de Herminio por la vida, que lo manifiesta una y otra vez con manos y pies en la ejecución frenética del pianista que se entrega a un jazz encendido o a una pieza clásica, haciendole cosquillas a nuestros cerebros, pariendo sensaciones auditivas que no se escuchan. Un valor importante en la vida del artista es el trabajo,al que rinde homenaje con su puntería mecánica, mientras que en una mano aferrada o un pie con zapatos tenis pintados nos recuerda sus preocupaciones sociales por los que nada tienen, y quieren asentarse, pertenecer, y sueñan con mejorar algún día. Una preocupación por la ancianidad es constante también en esta muestra y en su obra, que puede traducirse en el respeto que guarda a sus predecesores. Precisamente con esa incertidumbre por el destino de los envejecientes, y en el rumbo equivocado de algunos jóvenes, es palpable en la ternura con que trata el tema de la muerte, como una despedida que se posterga para siempre, porque las manos que se despiden siguen orando y manteniendo vivo el recuerdo de los seres queridos. Esa mezcla de factores le dan cuerpo a un artista diligente, inquieto y sabio, curtido en experiencias variopintas y vestido de una disciplina libre pero consistente que le ha permitido encontrar un dulce equilibrio.

Más que una muestra fotográfica, estas imágenes representan el discurso del artista, la representación gráfica de su impronta, conseguida con los pies que lo transportan, y la mano que manipula la cámara.

Amor, trabajo, respeto, advertencia, consejo...y fe.

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