Entre el día y la noche
Advertencia: El relato que viene a continuación es una apreciación personal de dos caras de la moneda en Bayahíbe, a la hora del ocaso. De hecho hay un ingrediente surreal agregado. Por momentos uso lenguaje fuerte y creanme que aún así, lo suavizo bastante.
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A esa hora se desacatan los acuarelistas en el cielo, y un niño lanza al mar un mensaje en una botella de Old Colony, legándole a quien la encuentre sus posesiones más preciadas: dos soldaditos verdes de plástico, la página de su caligrafía Nacho que dice "Mamá me mima" y una envoltura del chicle Double Bubble que le había regalado la vecinita de enfrente.
Las uvas de playa saben y huelen a gloria. Se cierra la flor del Cactus Pereskia que por allí llaman Rosa.
Mientras cae el sol, una pizarra anuncia en la entrada de un restaurante que esa noche toca el Emperador de la Bachata, y se espera que se brillen las hebillas y se consuma mucho lambí con tostones y Cerveza con Clamato.
Los Sankis y las turistas ansiosas de una historia de guerra que contar, un latin lover por conocer o un corazón por reparar entran en curso de colisión. Los Sankis confirman de nuevo que las turistas saben agridulces, para ser exactos, saben a...Uvas de Playa. Los turistas machos varones masculinos los miran con envidia y piensan erróneamente que todos los Sankis deben su éxito a un prodigioso tamaño de su miembro viril y por ello beben Mamajuana, cuando en realidad su más efectivo órgano sexual es la lengua y no porque prodiguen generosos e intensos cunilinguos, sino porque pueden enamorar con las palabras en no menos de 5 idiomas. Alguien me dijo que esta habilidad para ser políglotas lo conseguían con un método Audio-Sexual, pero esto está pendiente de confirmación.
Ya no hay sol, sino luces reflejas en el firmamento y un hombre de rodillas llora de alegría al encontrar 35 años después entre la arena la botella de Old Colony que tiró a 8 metros de la orilla. Se siente millonario, ya es de noche.
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A esa hora se desacatan los acuarelistas en el cielo, y un niño lanza al mar un mensaje en una botella de Old Colony, legándole a quien la encuentre sus posesiones más preciadas: dos soldaditos verdes de plástico, la página de su caligrafía Nacho que dice "Mamá me mima" y una envoltura del chicle Double Bubble que le había regalado la vecinita de enfrente.
Las uvas de playa saben y huelen a gloria. Se cierra la flor del Cactus Pereskia que por allí llaman Rosa.
Mientras cae el sol, una pizarra anuncia en la entrada de un restaurante que esa noche toca el Emperador de la Bachata, y se espera que se brillen las hebillas y se consuma mucho lambí con tostones y Cerveza con Clamato.
Los Sankis y las turistas ansiosas de una historia de guerra que contar, un latin lover por conocer o un corazón por reparar entran en curso de colisión. Los Sankis confirman de nuevo que las turistas saben agridulces, para ser exactos, saben a...Uvas de Playa. Los turistas machos varones masculinos los miran con envidia y piensan erróneamente que todos los Sankis deben su éxito a un prodigioso tamaño de su miembro viril y por ello beben Mamajuana, cuando en realidad su más efectivo órgano sexual es la lengua y no porque prodiguen generosos e intensos cunilinguos, sino porque pueden enamorar con las palabras en no menos de 5 idiomas. Alguien me dijo que esta habilidad para ser políglotas lo conseguían con un método Audio-Sexual, pero esto está pendiente de confirmación.
Ya no hay sol, sino luces reflejas en el firmamento y un hombre de rodillas llora de alegría al encontrar 35 años después entre la arena la botella de Old Colony que tiró a 8 metros de la orilla. Se siente millonario, ya es de noche.
Comentarios
Todo esto ha sido borrado por la "civilización"
Definitivamente, Bayahibe tiene los mejores atardeceres. Pensé que iba a ver mas fotos de alli en el concurso.
Que "Mardita" Foto Coño...!!!!
Hugo / El Maeño
La historia de esta foto retrata las dos caras de la misma moneda.. Una la ilusión ingenua de un sueño que rescata infancia.. La otra una cruda realidad que se estruja en nuestra cara y cuenta que de igual manera camina a nuestro alrededor personajes que contaminan esa belleza sin importarles nada.. Se roban con descaro la belleza del momento y de los que todavía soñamos al ver un atardecer.
Carmencita