Ese "lentecito" subestimado...

Según he podido, he ido adquiriendo mejores lentes para conformar mi equipo fotográfico, pero siempre he tenido claro que las mejores fotos se logran con un ojo educado, un buen gusto y una comprensión del sujeto que fotografiamos. Esto es particularmente cierto en el caso de los retratos. Hace unos días visité Playa La Caobita en Azua junto a unos amigos y entre otras cosas hicimos algo de snorkeling Juan Sangiovanni y yo, mientras Juan Taveras hacía fotos aéreas con su drone. Casi al echarse la paloma, le pedí a Juan su cámara Canon M2 para fotografiar este recolector de Almejas. Aunque mi idea original no la conseguí AÚN (hay que regresar), me fascinó esta imagen que me permite capturar a este señor en el contexto de su trabajo. Me llamó mucho la atención el formato 16:9 (esta es la imagen original sin crop) y cuando entré a ver la info exif me dí cuenta de que el lente era el 18-55mm, mi primer amor digital. Recuerdo que como a mí me gustaban las aves, tuve que resignarme por un buen tiempo usar este lente corto y a ponerme creativo con él. Paisajes, retratos y hasta macros fueron el resultado de estos inventos. Aunque lo primero que me dijeron fue que tratara de cambiar rápidamente ese lente, como si fuese sarna, virus o anatema...si yo fuera a darle un consejo a alguien que recién comienza con el clásico kit de cámara y lente 18-55mm, le diría que se tome su tiempo, y que aprendiese a conocer mejor su equipo, y que gaste más en su formación que en lentes. Eso también vendrá, pero mejor que te encuentre con experiencia, porque no hay nada más triste que un lente maravilloso en manos de quien no le pueda sacar el potencial, ni nada más feliz que un lente 18-55mm en manos de un aprendiz que no ha perdido su capacidad de asombro.

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