La presencia de Guillo



Decía mi amigo Enrique Guzmán que Guillo Pérez era sin duda un gran maestro, pero que aparte de su gran talento y su increíble virtud para manejar el color, que había algo que lo distinguía del resto de los artistas dominicanos y era que cuando uno estaba frente a él, sentía que estaba en presencia de Dios. Aunque ya había visto antes al maestro en distintas actividades sociales y en la tienda donde antes se vendían sus obras en Acrópolis Center, no fue hasta que tuve la oportunidad y el lujo de realizarle una sesión fotográfica que pude aquilatar el peso del comentario de Enrique. Su presencia era verdaderamente impresionante. No era un hombre alto, pero todo en él parecía estar armonía con el universo. La chacabana negra de lino planchadita y reluciente, las manos de un chamán de experiencia centenaria, el sombrero con las alas hacia arriba como un halcón, el pelo blanco lacio pero engrifado, como las plumas de sus gallos y esos ojos azules de profundidad infinita. 



Poder conversar un rato con él fue un extra enorme, pues aunque era mocano y vivió una buena parte de su vida en Santo Domingo, hablamos sobre Don Julio Menicucci, abuelo de mi esposa. Siempre atesoraré este encuentro con el maestro, mientras vida tenga. Descanse en Paz.


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Comentarios

Unknown ha dicho que…
Leer sus palabras me han traído un recuerdo increíble de estar en presencia de mi querido abuelo. Hermosas Fotorafias.

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