En el mismo trayecto del sol...


Anoche tuve la oportunidad de asistir en Casa de Teatro a la lectura de "Hay un país en el Mundo", ese magnífico poema de nuestro poeta nacional, Don Pedro Mir. Una serie de personalidades cuyas fotos espero publicar más tarde, asumieron la responsabilidad de transmitir al público la fuerza del mensaje de Don Pedro que parece tan actual como hace 60 años cuando fue publicado en Cuba, mientras Don Pedro se encontraba en el exilio. Particularmente, mi lector favorito fue Don Fernando Casado, quien poco antes de subir bromeó diciendo que iba a cantar su parte, pero no fue necesario...la fuerza de su declamación a viva voz...hizo que muchos nos paráramos a aplaudirlo. Cuanto gusto me dió verlo allí, digno, apoyado en su bastón, con criollas revoloteando por su cabeza. Comparto con ustedes este magnífico poema, para los que no lo conocen y para los que conociendolo lo disfrutan como la primera vez que lo oyeron o leyeron. Particularmente, me hubiera gustado que invitaran a Milagros Germán a leer una parte también. Cuando Milagros ganó el Concurso Miss América Latina en el año 1981 (si mal no recuerdo) recitó parte del poema cuando le preguntaron y el público se puso de pie, un homenaje a Don Pedro que pocos recuerdan.

Hay un país en el mundo


Hay un país en el mundo
colocado
en el mismo trayecto del sol,
Oriundo de la noche.
Colocado
en un inverosímil archipiélago
de azúcar y de alcohol.
Sencillamente
liviano,
como un ala de murciélago
apoyado en la brisa.
Sencillamente
claro,
como el rastro del beso en las solteras
antiguas
o el día en los tejados.
Sencillamente
Frutal. Fluvial. Y material. Y sin embargo
sencillamente tórrido y pateado
como una adolescente en las caderas.
Sencillamente triste y oprimido.
Sinceramente agreste y despoblado.

En verdad.
Con dos millones
suma de la vida
y entre tanto
cuatro cordilleras cardinales
y una inmensa bahía y otra inmensa bahía,
tres penínsulas con islas adyacentes
y un asombro de ríos verticales
y tierra bajo los árboles y tierra
bajo los ríos y en la falda del monte
y al pie de la colina y detrás del horizonte
y tierra desde el cantío de los gallos
y tierra bajo el galope de los caballos
y tierra sobre el día, bajo el mapa, alrededor
y debajo de todas las huellas y en medio el amor.
Entonces
es lo que he declarado.
Hay
un país en el mundo
sencillamente agreste y despoblado.

Algún amor creerá
que en este fluvial país en que la tierra brota,
y se derrama y cruje como una vena rota,
donde el día tiene su triunfo verdadero,
irán los campesinos con asombro y apero
a cultivar
cantando
su franja propietaria.
Este amor
quebrará su inocencia solitaria.
Pero no.
Y creerá
que en medio de esta tierra recrecida,
donde quiera, donde ruedan montañas por los valles
como frescas monedas azules, donde duerme
un bosque en cada flor y en cada flor de la vida,
irán los campesinos por la loma dormida
a gozar
forcejeando
con su propia cosecha.

Este amor
doblará su luminosa flecha.
Pero no.
Y creerá
que donde el viento asalta el íntimo terrón
y lo convierte en tropas de cumbres y praderas,
donde cada colina parece un corazón,
en cada campesino irán las primaveras
cantando
entre los surcos
su propiedad.
Este amor
alcanzará su floreciente edad.
Pero no.
Hay
un país en el mundo
donde un campesino breve
seco y agrio
muere y muerde
descalzo
su polvo derruido,
y la tierra no alcanza para bronca muerte.
¡Oídlo bien! No alcanza para quedar dormido.
En un país pequeño y agredido. Sencillamente triste,
triste y torvo, triste y acre. Ya lo dije
sencillamente triste y oprimido.
No es eso solamente.
Faltan hombres
para tanta tierra. Es decir, faltan hombres
que desnuden la virgen cordillera y la hagan madre
después de unas canciones.
Madre de la hortaliza.
Madre del pan. Madre del lienzo y del techo.
Madre solícita y nocturna junto al lecho...
Faltan hombres que arrodillen los árboles y entonces
los alcen contra el sol y la distancia.
Contra las leyes de la gravedad.
Y les saquen reposo, rebeldía y claridad.
Y los hombres que se acuesten con la arcilla
y la dejen parida de paredes.
Y los hombres
que descifren los dioses de los ríos
y los suban temblando entre las redes.
Y hombres en la costa y en los fríos
desfiladeros
y en toda desolación.
Es decir, faltan hombres.
Y falta una canción.


Procedente del fondo de la noche
vengo a hablar de un país.
Precisamente
pobre de población.
Pero
no es eso solamente.
Natural de la noche soy producto de un viaje.
Dadme tiempo
coraje
para hacer la canción.


Pulmón de nido nivel de luna
salud del oro guitarra abierta
final de viaje donde una isla
los campesinos no tienen tierra.

Decid al viento los apellidos
de los ladrones y las cavernas
y abrid los ojos donde un desastre
los campesinos no tienen tierra.
El aire brusco de un breve puño
que se detiene junto a una piedra
abre una herida donde unos ojos
los campesinos no tienen tierra.

Los que la roban no tienen ángeles
no tiene órbita entre las piernas
no tiene sexo donde una patria
los campesinos no tienen tierra.

No tienen paz entre las pestañas
no tienen tierra no tienen tierra.

País inverosímil.
Donde la tierra brota
y se derrama y cruje como una vena rota,
donde alcanza la estatura del vértigo,
donde las aves nadan o vuelan pero en el medio
no hay más que tierra:
los campesinos no tienen tierra.
Y entonces
¿de dónde ha salido esta canción?
¿Cómo es posible?
¿Quién dice que entre la fina
salud del oro
los campesinos no tienen tierra?
Esa es otra canción. Escuchad
la canción deliciosa de los ingenios de azúcar
y de alcohol.

Miro un brusco tropel de raíles
son del ingenio
sus soportes de verde aborigen
son del ingenio
y las mansas montañas de origen
son del ingenio
y la caña y la yerba y el mimbre
son del ingenio
y los muelles y el agua y el liquen
son del ingenio
y el camino y sus dos cicatrices
son del ingenio
y los pueblos pequeños y vírgenes
son del ingenio
y los brazos del hombre más simple
son del ingenio
y sus venas de joven calibre
son del ingenio
y los guardias con voz de fusiles
son del ingenio
y las manchas del plomo en las ingles
son del ingenio
y la furia y el odio sin límites
son del ingenio
y las leyes calladas y tristes
son del ingenio
y las culpas que no se redimen
son del ingenio
veinte veces lo digo y lo dije
son del ingenio
“nuestros campos de gloria repiten”
son del ingenio
en la sombra del ancla persisten
son del ingenio
aunque arrojen la carga del crimen
lejos del puerto
con la sangre y el sudor y el salitre
son del ingenio.

Y éste es el resultado.
El día luminoso
regresando a través de los cristales
del azúcar, primero se encuentra al labrador.
En seguida al leñero y al picador
de caña
rodeado de sus hijos llenando la carreta.

Y al niño del guarapo y después al anciano sereno
con el reloj, que lo mira con su muerte secreta,
y a la joven temprana cosiéndose los párpados
en el saco cien mil y al rastro del salario
perdido entre las hojas del listero. Y al perfil
sudoroso de los cargadores envueltos en su capa
de músculos morenos. Y al albañil celeste
colocando en el cielo el último ladrillo
de la chimenea. Y al carpintero gris
clavando el ataúd para la urgente muerte,
cuando suena el silbato, blanco y definitivo,
que el reposo contiene.

El día luminoso despierta en las espaldas
de repente, corre entre los raíles,
sube por las grúas, cae en los almacenes.
En los patios, al pie de una lavandera,
mojada en las canciones, cruje y rejuvenece.
En las calles se queja en el pregón. Apenas
su pie despunta desgarra los pesebres.
Recorre las ciudades llenas de los abogados
que no son más que placas y silencio, a los poetas
que no son más que nieblas y silencio y a los jueces
silenciosos. Sube, salta, delira en las esquinas
y el día luminoso se resuelve en un dólar inminente.
¡Un dólar! He aquí el resultado. Un borbotón de sangre.
Silenciosa, terminante. Sangre herida en el viento
Sangre en el efectivo producto de amargura.
Este es un país que no merece el nombre de país.
Sino de tumba, féretro, hueco o sepultura.

Es cierto que lo beso y que me besa
y que su beso no sabe más que a sangre.
Que día vendrá, oculto en la esperanza,
con su canasta llena de iras implacables
y rostros contraídos y puños y puñales.
Pero tened cuidado. No es justo que el castigo
caiga sobre todos. Busquemos los culpables.
Y entonces caiga el peso infinito de los pueblos
sobre los hombros de los culpables.


Y así
palor de luna
pasajeros
despoblados y agrestes del rocío,
van montañas y valles por el río
camino de los puertos extranjeros.

Es verdad que en el tránsito del río,
cordilleras de miel, desfiladeros
de azúcar y cristales marineros
disfrutan de un metálico albedrío,
y que al pie del esfuerzo solidario
aparece el instinto proletario.
Pero ebrio de orégano y de anís
y mártir de los tórridos paisajes
hay un hombre de pie en los engranajes.
Desterrado en su tierra. Y un país
en el mundo,
fragante,
colocado
en el mismo trayecto de la guerra.
Traficante de tierras y sin tierra.
Material. Matinal. Y desterrado.

Y así no puede ser. Desde la sierra
procederá un rumor iluminado
probablemente ronco y derramado.
Probablemente en busca de la tierra.
Traspasará los campos y el celeste

dominio desde el este hasta el oeste
conmoviendo la última raíz
y sacando los héroes de la tumba
habrá sangre de nuevo en el país
habrá sangre de nuevo en el país.

Y esta es mi última palabra.
Quiero
oírla. Quiero verla en cada puerta
de religión, donde una mano abierta
solicita un milagro del estero.
Quiero ver su amargura necesaria
donde el hombre y la res y el surco duermen
y adelgazan los sueños en el germen
de quietud que eterniza la plegaria.

Donde un ángel respira.
Donde arde
una suplica pálida y secreta
y siguiendo el carril de la carreta
un boyero se extingue con la tarde.
Después

No quiero más que paz.
Un nido
de constructiva paz en cada palma
Y quizás a propósito del alma
el enjambre de besos
y el olvido.

Pedro Mir
( 1913-2000)

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
De vuelta a casa
De vuelta al hogar...
De vuelta al campo
De vuelta a nuestras raices....


Simone
Anónimo ha dicho que…
http://yofuturo.wordpress.com/2009/06/27/canto-a-pedro-mir/

Ahí te dejo este link, Pedro, allí hay un poema que escribí en honor a Don Pedro el mismo día de su muerte.

Lewis
Gigi en Gigilandia ha dicho que…
Qué envidia el no haber podido estar ahí anoche, me hubiera gustado muchoooooo ver eso en vivo.
Me imagino al Sr. casado recitandolo y se me pone la piel de gallina.
Ese poema lo conocí en el bachillerato y desde entonces me gusta por las cosas lindas que dice.
Al leerlo se agradece haber nacido en esta tierra: En el mismo trayecto del sol.

Un abrazo enorme!!!
3smirn@ ha dicho que…
Pedro Mir - Poeta Nacional Dominicano - en su voz
"La vida manda que pueble estos caminos"

http://www.palabravirtual.com/index.php?ir=ver_voz.php&wid=842&t=La%20vida%20manda%20que%20pueble%20estos%20caminos&p=Pedro%20Mir&o=Pedro%20Mir
Gracias Pedro por compartir!
3smirn@ ha dicho que…
Mesmerizing!
Hipnotizante fotografia !
Tesa Medina ha dicho que…
Precioso el poema, bravo, pidiendo justicia, revindicativo, tierno como una nana, agreste como la tierra que canta y llora, y canta, y casi suplica por ella.

Una maravilla que no conocía.

Ah, descubrí una errata, mi parte de correctora... "falta del monte" creo que será falda.

Bella foto también.

Besos, Pedro
Argénida Romero ha dicho que…
Inolvidable poema. Certero, dolido, amado, eterno...

Hermosa noche. Al igual que tú, quede prendada del señor Casado. Magistral.

Abrazos eternos.
Pedro... te habla un seguidor tuyo de hace como un año... no se si te diste cuenta pero... en la foto las nubes tienen la forma de un ave!!!! con las alas e incluso las garras!!
Pedro Genaro ha dicho que…
Víctor, buen ojo!!!
Pedro Genaro ha dicho que…
Ah, Víctor y muchas gracias por el seguimiento, de verdad lo aprecio hermano.
Pedro Genaro ha dicho que…
Simone, así es...quien nunca a leído este poemadebiera hacerlo para entender la esencia de ser dominicano.

Lewis, muchas gracias hermano!

Gracias Gigi, no te imaginas la emoción que había en Casa de Teatro!

Esmirna, gracias por dejar tus pensamientos!

Tesa, este poema es lo más parecido al himno nacional. Gracias por la sensibilidad amiga!

Argénida, lo recuerdo como en este instante.

Entradas populares