Cambio de planes

Enrico llevaba meses programando el que quizás sería el golpe más intrépido de su vida. Decenas de veces visitó aquella Catedral de un país tercermundista cuyos habitantes llamaban con orgullo "primada". Era hábil trepando muros y abriendo ventanas y cerrojos, de manera que era aparentemente fácil su tarea, considerando que la seguridad era mínima. Todo ocurrió de acuerdo al plan y cargaba ya con andejas y cálices de oro y plata, algunos con piedras preciosas incrustadas. El punto culminante de su osadía ocurrió cuando se dirigió a la Capilla del Santísimo y sustrajo el Ostensorio del Siglo XVIII, hecho de plata, con detalles en oro, y con 24 brillantes que adornaban los rayos que simbolizan las gracias que concede Jesucristo. Este objeto en particular era el verdadero motivo de su aventura...el resto era más bien una forma de confundir a las autoridades. Aparentemente esta pieza fue encargada a un orfebre familiar de Enrico y si bien fue entregado con todas las de la ley, nunca se saldó su pago.  Enrico estaba convencido de estar involucrado en una causa justa, pero en el proceso obvió unos detalles que su alma atea no estaba en la disposición de reparar. Había violado un lugar sagrado y cargaba aún en la pieza de custodia al mismo Jesús sacramentado. Sin pensar en nada más que salir de ese lugar, tomó el paquete donde llevaba su botín, pero no bien puso pie en el patio cuando sintió unos fuertes gruñidos detrás suyo y al voltearse vio algo que lo petrificó. Lo encontraron al día siguiente, cargando solo su mirada perdida. Dos policías  intentaban encontrar alguna evidencia que explicara como llegó Enrico allí. Uno de ellos repara en las 7 gárgolas en forma de lobo y esculpidas en piedra que descansan en una esquina.

- Ofrézcome qué feas son!
- Fueron hechas por un escultor italiano, devoto de Francisco de Asís.
- Y tú como lo sabes?
- Es que vine varias veces de niña en excursiones del Colegio.
- Pues deja ver si logro conseguir un testigo ocular.

Dirigiéndose a una de las Gárgolas con aire burlón le pregunta:

- Dígame hermano lobo...sabe usted que pasó aquí???

Y al acercar su oreja al hocico como quien espera recibir una confidencia, su corazón se le encogió y retrocedió de repente sacando su arma de reglamento...pudiera jurar que sintió a la gárgola jadear!!!

- Pasa algo?
- Nooo, nada...vámonos ya!- Dijo el oficial mientras se alejaba, con la pistola sobada y sin darle la espalda a la gárgola.

El reporte final señaló que un nacional italiano intoxicado de alcohol brincó la verja que da al patio interior de la Catedral pero nadie supo nunca a ciencia cierta qué motivó la reacción de Enrico. Cuando finalmente recuperó el habla y la movilidad, asumió una vida monacal al entrar a la orden de los franciscanos, con una ascesis tan rigurosa que sus últimas palabras fueron para el higúmeno que le cuestionó al solicitar su entrada a la orden y al sacerdote que le dió la extrema unción años más tarde.