Día Internacional de la Mujer

Es difícil escoger una imagen que resuma la admiración que yo siento por la mujer. No quise incluir familiares, ni amigas de larga data, ni personajes históricos, literarios o deportivos de harta exposición mediática. Escogí una foto que le hice recientemente a mi amiga, la poeta Farah Hallal, a quien finalmente conocí en persona hace poco tiempo, pero de quien tenía ya referencias. Porque es dominicana, es de mi generación, es talentosa y sobre todo es transparente.

Les dejo con este poema que me parece muy apropiado para la fecha y que escribió ella a los 16 años, en la antesala de su paso de adolescente a mujer. Precisamente este primer poema le valió la obtención de una beca para pagar sus estudios universitarios en la UNPHU. Incluyo otros dos poemas más recientes. Quien mejor que una mujer para escribir sobre ese misterio tan exquisito!

Una mujer

Una mujer que es

como las huellas de una gaviota

marchando en la arena

así va lejana y turbia y dispersa

así como el aire que forma un cristal que se quiebra,

así van sus ganas,

ahora juntas y llenas.

Una mujer que es

mujer,

mujer de barrotes con perlas

mujer de silencio en palabras

mujer que cabe en un soplo en una mirada,

mujer que vive con ganas.

Una mujer que es

un puñado de agua

y en la palma de su mano cabe el cielo,

y cabe todo el mar entre sus senos

y la tierra no da para taparla;

y a la vez,

mujer perdida entre algunas caras

mujer que cabe en un beso,

mujer de luchas, de sabanas

con que cubra las estrellas tras su espalda.

Mujer que es niño pequeño,

mujer que al borde agiganta

las ansias más serenas y cuidadas.

Mujer que no tiene nombre,

mujer que vive en las nubes

mujer que nunca se esconde,

mujer que es sexo, que es moda

y hambre, y hombre.

Mujer que también es hombre,

mujer que es de sangre negra

mujer que es de sangre blanca

mujer de sol de canela,

mujer con la piel de perlas

mujer de raza olvidada

mujer bien firme y creada;

una mujer que sí es

y cabe en un pedazo de coco al revés

o en caracol de sueños,

guardando paz para después.

Mujer sin dueño, mujer que es silencio

mujer que es cansancio despierto

y mujer que siempre sonríe,

que aguante, que riñe.

Mujer que también es cisne,

mujer de caro plumaje

mujer que cabe en este lápiz

y no cabe en el mensaje.

Mujer, gaviota que vuela,

que camina y a morir se niega.

Mujer que pare en la acera

mujer de hielo, mujer de avena

mujer que es mecedora,

que es cuna y trabajo,

que es cama, que es sexo barato…

Mujer que goza, que se alza,

que es hombre y mujer en la batalla,

artista de doble papel,

mujer que siempre recuerda,

que no se deja atar,

a quien no pueden vencer.

Mujer que pega pedazos,

mujer que cría sus hijos

que no posee ojos fijos,

mujer que vuela ligera,

que viaja desprevenida,

tropezando con el fuego de su vida;

Mujer que alegra los días

es miel en boca del sabio

cuerpo de ansias dormidas

luz del cielo estrellado,

aliento, caricias divinas,

mujer de piernas abiertas

mujer de vergüenza escondida

mujer:

detrás de la puerta comienza la vida.

Mujer que pierde sus sueños

vagando en cualquier esquina

mujer que cabe en un beso

y en cuyo vientre se pierde el universo.

Mujer que escribe sin tinta

mujer que nace y no muere

que crea luces distintas,

a veces mansa o rebelde,

o brisa suave o sol silvestre

mujer atada a los años

que mece la soledad

mujer de blanco cabello

que solo fue cama, incendio

sexo y paz.

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Una mujer en caracol

Una niña libera su sombra
su sombra amiga en claro oscuro.
Ambas se esconden de las luciérnagas.
Cavan los pasos sobre la playa
guardan sus voces temblorosas,
luciérnagas que encienden y callan
siguiendo las líneas de arena,
como las líneas del tiempo,
una espiral habrá de llevarlas
al último rincón atormentado.

La niña abre la puerta trasera
de su montaña rusa y ríe,
ríe, ríe, ríe,
ríe en repetición instantánea,
aborda la penumbra de la mujer en
caracol
y ambas se miran ¿sabes?
ambas se miran como si se quisieran.

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La reina en el tablero

Un rey meditado y rotundo
me hace volar sobre dos agujas
que cosen su cuerpo a mi costado.
Meditado y rotundo baja
-beso diluido en lágrimas-
como un pensamiento mojado
que baila en el vaivén de su propio eje.

Cuélgame allí donde la boca tiembla,
donde los párpados no son párpados
y una mariposa es brasa de su propio
cuerpo
que camina y anda,
sobre un tablero que ha puesto de cabeza.

FH

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