Si son tan nuestros...

...por qué somos tan desgraciaos con los árboles???

Desde que uno tiene uso de razón le dicen que las cosas que hacen que uno deje huellas en su paso por el mundo son tener un hijo, escribir un libro y sembrar un árbol. Obviamente, cuando uno va madurando se da cuenta que de nada sirve tener un hijo si no se le cría apropiadamente, preparandolo para el mundo, y para que ayude a cambiar el mundo para bien...esto no es solo un sueño idílico, sino parte de un plan mayor...la perpetuación de la especie. Escribir un libro no es gran cosa si se escribe mierda, o si nuestras letras estan supeditadas a defender algo en lo que no creemos, o algo que aunque nos convenza sepamos que afecta al bien común. Llegamos al árbol con prácticamente el mismo razonamiento...sembrar un árbol y hasta un bosque puede ser un gran disparate o una gran insensatez si solo se obra por demagogia, si no se hacen las reforestaciones en base al criterio de fomentar la vegetación nativa de los lugares donde se realiza. A veces para impresionar se siembran especies exóticas con crecimiento rápido que expanden su territorio rápidamente y le quitan espacio a varias especies nativas como es el caso de la Grevillea robusta. Pero además, aparte de sembrar con conciencia hay que combatir el mercado de Carbón, actividad que ocasiona la tumba y quema de muchísimos árboles centenarios en distintas localidades del país. Al tiempo que se siembra debemos ser responsables y proactivos al pedir que cesen las tumbas y quemas de bosques.

Seamos más conscientes y aceptemos que siempre hemos estado asociados a los árboles de una forma a otra...nos enamoramos "bajo un palmar", hacemos una cita "debajo del Higuerón" o amarramos una burra "debajo de la Amapola" para fugarnos con una amada. Yo recuerdo en particular como me embobaban los almendros del Colegio Calasanz y de Gazcue, los flamboyanes de La Vega o los enormes y preciosos Samanes que hay en Jarabacoa, Sajoma, Santiago, Salcedo, Tamboril y sí, hasta en la Ciudad Capital. Y que me dicen de las Ceibas del Cibao y del Este o de los pinares que aún quedan de Sierra de Bahoruco, o los bosques nublados de la Cordillera Central? No pretendo hacer un listado de todas las especies que necesitan nuestra ayuda, en este instante solo me guía lo que la emoción me permite hurgar en el recuerdo.

Quisqueyanos valientes alcemos nuestra protesta con viva emoción, hagamoslo mientras podamos, con la misma intensidad con la que antes hemos asumido otras luchas igualmente meritorias. Esta lucha no tiene tanto impacto político pues parece muy universal, pero lo que hagamos redundará en beneficios muy puntuales, a veces más importantes que la producción de frutos y sombras, reducción de Dióxido de Carbono, disminución de la escorrentía y contribución en la producción de agua...piensen en lo que de inmediato nos distingue de tantos otros planetas del Sistema Solar y que si nos lo quitaran por 10-15 minutos moriríamos sin remedio...piensen en oxígeno.